Esta máquina es un Enigma “RNGNTETKWBBRVQJQPDBFN”

12 octubre, 2011
Máquina Enigma

Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes utilizaron en sus comunicaciones secretas una máquina, la “Enigma”, que pensaron era indescifrable. Dado un texto plano (plain text), “Enigma”, que era un mecanismo electromecánico, producía como resultado un mensaje con igual número de letras, pero ininteligible para un potencial espía que lo interceptara.

La criptografía, en realidad, arranca desde muy antiguo. Uno de los primeros ejemplos es el código César, denominado así porque presumiblemente Julio César lo utilizaba en sus campañas militares. Era un sistema por sustitución, lo que implicaba intercambiar cada letra del mensaje por otra diferente. Aunque aparentemente la técnica parece segura, dista mucho de serlo. Este tipo de criptogramas tiene una gran vulnerabilidad, ya que se sustituye cada letra, pero siempre se sustituye por una misma letra. Como en todo idioma hay siempre algunas letras que aparecen con mayor probabilidad, basta con analizar qué letra del mensaje cifrado se repite más para tantear posibles asignaciones. Por ejemplo, en español son muy frecuentes la “E” y la “A”, que acumulan el 26% de las ocurrencias.

Este sistema se fue perfeccionando con el tiempo. En el caso de “Enigma”, por ejemplo, aunque se trata de un sistema por sustitución, cada letra no es sustituida siempre por una misma letra, lo que dificulta enormemente el descifrado. Pero, ¿cómo funciona una “Enigma”?

El corazón de la máquina consiste en 3 rotores (Walzen en alemán), esto es, unos pequeños discos con 26 contactos eléctricos cada uno, un contacto por letra del alfabeto (en la imagen se aprecian como 3 ruedas dentadas en la parte superior del panel). La posición inicial de estos rotores, interconectados entre sí por una complejo cableado, es una de las claves del sistema y determina el resultado final. Cada vez que el usuario pulsaba una tecla del teclado, los rotores iban girando según sus conexiones internas, lo que aseguraba una sustitución no reiterativa. El operario veía el resultado del cifrado porque se iluminaba la letra codificada en el panel que había entre el teclado y los rotores.

Como una imagen vale más que mil palabras, remitimos a una simulación en Flash de Enigma.

Fijada la posición inicial de los rotores (en este caso “JBH”, iniciales del autor), basta con transcribir el código cifrado que acompaña al título de esta entrada del blog en la casilla “Input” y el sistema devolverá en “Output” el texto en plano. Y es que el sistema era simétrico, a partir de las posiciones iniciales de los rotores y del tipo de rotores en concreto.

Como corolario de esta historia, hay que señalar que los intentos de descifrado de la “Enigma” supusieron un impulso definitivo para la construcción de las primeras computadoras, que permitían agilizar los farragosos cálculos de posibilidades de los diferentes códigos. Así es que, en parte, el hecho de que el lector esté ahora mismo leyendo este blog se debe a esos intrépidos criptoanalistas que se adentraron en las entrañas de la “Enigma”.

Joaquim Ballestero Herguedas es Ingeniero Superior en Telecomunicaciones por la UPC y Diplomado en Ciencias Empresariales por la UOC. Es Tutor de Seguimiento del Grado de Tecnologías de Telecomunicación de la UOC.

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