Gobernanza digital (I)

29 abril, 2013

Los directores de informática están acostumbrados cada vez más al uso de modelos de diseño y mejora de la función informática (modelos de IT Governance) para estructurar sus procesos internos. Cosas como ITIL, COBIT o CMMi, en particular y entre nosotros el primero, han tenido cierto éxito y son un marco de referencia para muchas empresas. Es probable que ésto haya ayudado a aumentar la eficiencia y rendimiento de los departamentos y a establecer un lenguaje común hacia adentro y una cierta cultura de servicio hacia afuera. No es poco.

Obra de Lawrence Weiner en el Walker Art Center de Minneapolis. Imagen de GearedBull bajo licencia GNU 1.2 y CC.

Sin embargo, los «grandes temas» de la aportación de los sistemas al negocio parece que no están entre la agenda de los directores de informática y una niebla de incomprensión recíproca y de estereotipos difícil de dilucidar bloquea la relación entre la gente del negocio y la de sistemas. El rol del CIO se desenvuelve en la ambigüedad y en la frustración, probablemente porque nadie ha pensado ni le ha dicho qué se espera de él.

Quizá ocurre que el espacio en el que hemos ubicado «la informática» como función empresarial y las decisiones sobre informática no es, al menos, el que piden los tiempos y que la palabrería de unos y otros (también la nuestra) nos ha liado. Además, la reciente descentralización de los presupuestos y decisiones de informática y  la presión de la electrónica de consumo entre los usuarios están aumentado la confusión y, a veces, el caos.

No queremos pelearnos con los directores de informática, ahora que casi éramos amigos, pero debemos decir que no hay que confundir el cargo y el sueldo del director de informática dentro de la empresa con la aportación de las TIC al negocio y que la mayoría de las decisiones importantes en materia de sistemas de información no son del director de informática ni las debe tomar el director de informática. El problema es muchas veces si alguien quiere y puede tomarlas.

Veamos si en un par de entradas, podemos aclarar algunas cosas o si las oscurecemos más:

1) El Consejo de Administración debería decidir informadamente cómo de estratégica o de central para la empresa son sus TIC. No lo son siempre ni lo son para todo el mundo ni para cada momento ni para cada proceso, aunque se nos llene la boca declarando lo contrario. El Consejo debería conocer lo que hace la competencia y decidir también si queremos ser pioneros e innovadores o, simplemente, no quedarnos muy lejos de lo que hacen los demás. Es igual de legítimo. Como dice el presidente del consejo de una empresa española: «Queremos ser más ricos, no más inteligentes».

2) El mismo Consejo debería establecer y aprobar las grandes decisiones de informática, o sea: cuánto gastamos con relación a nuestros ingresos; en qué lo gastamos, o sea las prioridades de inversión y de gasto corriente; quién lo gasta, o sea quién toma las decisiones de compra y administración de la informática; cómo se organiza la informática (dentro, fuera, a medias…) y qué rol directivo ponemos allí. Podemos externalizarla plenamente y puede no haber CIO, sino un director de compras. Pero alguien debe decidirlo informadamente y actuar en consecuencia.

Aún quedan otras decisiones estratégicas en materia de las TIC que no son del Consejo ni tampoco del director de informática o, al menos, en solitario. Las veremos en la siguiente entrada, si queréis acompañarnos.

Nota: La gráfica corresponde al artista conceptual norteamericano Lawrence Weiner, con el que empatizo bastante, es de 2004 y está «expuesta» en el Walker Art Center de Minneapolis.

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Autor / Autora
José Ramón Rodríguez
Profesor de Dirección de Sistemas de Información, Gestión de Proyectos y Business Intelligence de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC y consultor de empresas independiente.
Comentarios
Manolo Palao2 mayo, 2013 a las 1:19 pm

Muy mucho de acuerdo.
La obra de Weiner es una tesis doctoral!
🙂

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Miguel Garcia-Menendez2 mayo, 2013 a las 1:49 pm

Impecable, José Ramón.

Me alegra comprobar, cómo, cada vez, somos más los que lo entendemos así.

Ha costado (está constando) años; pero, poco a poco, se observan los resultados del cambio de mentalidad en la gente.

Aún queda mucho camino por recorrer (lo que puede ser beneficioso para algunos de nosotros, dado que nos dará margen para seguir manteniendo nuestro discurso; :-)); pero confío en que el cambio generacional termine por aclararlo del todo.

Permanezcamos observando (e insistiendo).

Miguel

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