El Museo del Videojuego de Berlín

9 octubre, 2014

No hace mucho pude visitar Berlín y encontrar un hueco para ver algunos museos. Uno de los que primero me llamó la atención por su nombre fue el DDR Museum. Aunque ya de entrada me parecía demasiado extraño, no pude evitar una cierta desilusión al ver que no era exactamente sobre lo primero que me había venido a la cabeza, sino que se refería a la antigua Deutsche Demokratische Republik, o República Democrática (por así decirlo) Alemana. Esto de las iniciales es lo que tiene, Según el contexto varía el significado, como cuando a mi profesora de redes el dentista le dijo que tenía problemas en la ATM.

Afortunadamente, la desilusión duró poco, pues más tarde pude descubrir que en la calle Karl Marx de Berlín está el Computerspielemuseum, o museo del videojuego. Está claro que me faltó tiempo para dirigirme directo hacia allí. En una esquina de un edificio gigantesco se encuentra su entrada, no demasiado visible a simple vista. Eso sí, a pesar del tamaño del edificio, el espacio dedicado al museo es más bien chiquitín, pero suficiente para satisfacer al visitante.

Lo primero que uno encuentra no es ni un videojuego ni hardware, pero ya deja clara la filosofía del museo: satisfacer a los amantes de lo antiguo y el vintage, y sobretodo, los amantes de los orígenes de los videojuegos. Se trata de una edición original de la White Box de Dragones & Mazmorras. ¿Aplica a un museo de videojuegos unos libros que nada tienen que ver con la informática? Que cada uno decida, pero a mi me pareció perfecto.

Inmediatamente después se puede observar la correspondiente colección de ordenadores y consolas, partiendo de los inicios antediluvianos de los videojuegos y siguiendo su evolución a lo largo de 60 años de historia. Un repaso detallado de ordenadores o consolas, uno por uno. La colección no está a la última, no hay una Playstation 4, pero allí están los míticos ordenadores de 8 bits, las distintas consolas de sobremesa o portátiles, un Amiga 500 e incluso un Apple firmado por Wozniak. Una zona que cumple todas las expectativas mínimas de lo que se espera de un museo de estas características y dónde la frase más escuchada viene a ser «¡Este lo tenía yo!» mientras se señala con el dedo.

Mis amigos los 8 bits. Imagen cedida por el autor de la entrada.
Mis amigos los 8 bits. Imagen cedida por el autor de la entrada.

Después, ya vienen distintos expositores y monitores donde se repasan distintos aspectos de los videojuegos: su desarrollo, compañías importantes, distintos tipos, la típica comparativa entre distintos modos de almacenamiento, etc. En la zona central es posible seleccionar entre distintos juegos de ordenador que podríamos llamar «clásicos» y ver su presentación, escuchar su música, y leer una breve explicación. Me sorprendió bastante que una muestra muy importante era de Amiga, como el Defender of the Crown o el Lemmings.

Más allá de los apartados vinculados a mostrar temas históricos, el museo también cuenta con algunos apartados especiales o curiosidades que son interesantes de comentar.

La más popular, y con cola constante, es la zona de arcade, que recrea en un pequeño espacio el ambiente de una antigua sala recreativa, con su musiquita de ambiente machacante, su iluminación de neón, etc. Todas las máquinas recreativas son de uso gratuito, lástima que solo había 5 o 6. La que tenía más éxito con diferencia era un Gauntlet con su correspondiente tablero de cuatro jugadores. Cola para poder pasarte una hora jugando sin parar con otros 3 visitantes, aliados improvisados, ya valía la pena la entrada.

Cerca de la zona arcade, también es posible jugar al Pac Man, versión consola Atari, con un joystick tamaño gigante. No es fácil y cansa lo suyo cuando llevas un rato.

Hay que estar en forma. Imagen cedida por el autor de la entrada.
Hay que estar en forma. Imagen cedida por el autor de la entrada.

Finalmente, quizá lo más curioso del museo es la Painstation que tienen expuesta, y que pueden poner en marcha a petición de los visitantes y bajo su propia responsabilidad. Por defecto, está desactivada. Básicamente, se trata de un pong en el que cada vez que consigues puntuar se castiga físicamente al adversario con quemaduras o electrocución. Pierde el primero que deja los mandos. La verdad es que los carteles de advertencia ya dejan claro de qué va el tema (quemaduras de tercer grado, hemiplegia, hematomas). Hay que decir que en realidad se trata de una obra de arte conceptual, no se diseñó con el propósito explícito de jugar. Yo decidí que, como obra de arte, mejor solo mirarla y ya está.

¿Eres un hardcore gamer? Imagen cedida por el autor.
¿Eres un hardcore gamer? Imagen cedida por el autor.

Antes de marcharme, puede hacer una breve partida al Zork. No me comió una Grue, pero me maté saltando por un barranco… en fin. ¡Ah!, y también cayeron un par de partidas al DDR!!!

¿Quien necesita gráficos? Imagen cedida por el autor.

Joan Arnedo es profesor de los estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicaciones en la UOC. Director académico del Postgrado de Diseño y Programación de Videojuegos e investigador en el campo de la ludificación y los juegos serios en el eLearn Center. Su experiencia se remonta a cuando los ordenadores MSX poblaban la Tierra…

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Autor / Autora
Joan Arnedo Moreno
Comentarios
César9 octubre, 2014 a las 10:57 am

:_)

Buscando billetes a Berlín…

Responder
    nosesidartelo10 diciembre, 2014 a las 10:48 am

    wuoo, los simpsons viaja a berlin

    Responder
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