Business Intelligence y Big Data en la ciudad (I)

11 mayo, 2015

No sé si conocéis una novela muy divertida o muy patética de Dave Eggers, que se llama Un holograma para el ReyEs la historia de Alan, un empresario y consultor americano fracasado, que maquina, con ayuda de un grupo de desarrolladores jovencitos, un invento para el rey árabe Abdalá, que quiere construir en medio del desierto una ciudad inteligente. El ingenio consiste en un holograma que hará creer a todo el mundo, comenzando por el rey, que la cosa existe. Hay una peli en producción, que protagoniza Tom Hanks, nadie mejor. Este argumento me toca: he imaginado smart cities en el desierto y soy un empresario fracasado.

Participé hace unos días en un curso organizado por Judith Gifreu, profesora de la UAB, sobre la planificación inteligente de las ciudades, invitado por el centro de la Universidad Menéndez Pelayo de Barcelona, dedicado a la memoria de Ernest Lluch. Yo hablaba de «Business Intelligence y Big Data en la ciudad», que se parece más a lo que me dedico ahora. Podéis encontrar y descargaros la presentación aquí.

Abrió el acto el profesor Olivier Dubos, profesor del CRDEI de la Universidad de Burdeos, advirtiendo sobre la banalización del concepto de smart city, convertido en una trivialidad del marketing político. Yo creo que hay un concepto serio y noble de la ciudad inteligente tal como lo presenta la carta europea para la protección de los derechos humanos en la ciudad, promovida en Barcelona a finales de los 90, o sea un instrumento para hacer que la ciudad de toda la gente sea mejor. Lo podéis encontrar en la gráfica de hoy.

En estas materias, como en otras cosas, tiendo hablar más de los usos de la tecnología que de la tecnología, como escribí hace poco, y más de los ciudadanos que de los planificadores, como pedía Jane Jacobs en un libro mejor que el mío. Usé algunos ejemplos propios y muchos extraídos del Smart City Expo World Congress, que se celebra cada año en Barcelona, organizado por Fira Barcelona y dirigido por Pilar Conesa, una iniciativa feliz en cantidad y en calidad, sobre cuya última edición escribió Toni Pérez por aquí.

Parafraseando la cosa bíblica, en el final fue la ciudad. El bestial proceso de urbanización hace de la ciudad el espacio del siglo XXI, donde la mayoría de la gente vive, todas las cosas pasan y adonde el poder se traslada. Ciudad quiere decir medio ambiente, infraestructuras, transportes, servicios de primera necesidad (el agua, la luz, el gas o las telecomunicaciones), viviendas, empresas, escuelas, hospitales y cementerios. En muchos sitios, los Ayuntamientos recaudan los impuestos y planifican y gestionan todo ésto y más.

La UOC es líder en los programas de gestión de la ciudad, que dirigen Jordi Borja y Mirela Fiori, y ahora preparamos un posgrado de Smart Cities que dirigirá mi colega Carlos Monzo.

Si miráis la web de Amazon UK, encontraréis casi 4.000 referencias sobre smart cities. Lo más curioso, así de entrada, es que las primeras por relevancia y muchas de ellas en el conjunto ¡hablan de business intelligence big data! Cuando lo vi, aluciné, pero la verdad es que tiene sentido: no se pueden hacer ciudades inteligentes sin el uso inteligente de los datos y, al mismo tiempo, la ciudad es un espacio natural de los big data. La ciudad es también un ámbito propicio para el movimiento open datao sea, poner a disposición del ciudadano, de las empresas y de la comunidad científica información en abierto, datos para todos.

Además de los usos estratégicos de la información y la tecnología que ya presentamos aquí para cualquier empresa u organización, en las ciudades el uso, explotación y difusión de los datos al alcance permite aumentar la transparencia y responsabilidad, facilitar la participación, fomentar la innovación y la creación de empresas o para transformar la ciudad y la planificación urbana, objetivo de este curso. La ciudad es un lugar para la experimentación, en la fórmula de los living labs y los urban labs.

También hay, ciertamente, el riesgo potencial de un dispositivo de control universal, el «gran hermano» ciudadano residente en una situation room, donde el guardián cibernético de la limpieza te castiga si has tirado un papel fuera de la papelera, porque lo ha visto a través de una cámara o los vecinos te han denunciado mediante una app. Y la protección de datos es, o debería ser, especialmente sensible.

En la próxima parte de esta entrada, hablaremos pues de las tecnologías de ciudad, en particular de los big data, su compleja arquitectura y su gobernanza.

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Autor / Autora
José Ramón Rodríguez
Profesor de Dirección de Sistemas de Información, Gestión de Proyectos y Business Intelligence de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC y consultor de empresas independiente.
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