La pérdida de Aaron Swartz, una nueva oportunidad para reflexionar sobre la difusión de la investigación

10 abril, 2013

[versió en Català]

Una noche de enero, saliendo de una cena, me llegó un tweet: «Aaron Swartz se ha suicidado» [1]. La noticia me impresiónó. No sólo porque coincidimos en un encuentro de Creative Commons hace unos cuántos años sino porque sabía que había sido detenido por haber descargado millones de artículos científicos a su ordenador y podía acabar en la cárcel por este hecho [2]. Parece sorprendente que un hecho como el de descargar unos documentos de la red pueda acabar en una pena de prisión y que la persecución legal lleve al suicidio a un chico de 26 años.

Aaron Swartz en la Boston Wikipedia Meetup (2009) - Fuente: Wikipedia, Licencia CC BY-SA 2.0
Aaron Swartz en la Boston Wikipedia Meetup (2009) – Fuente: Wikipedia, Licencia CC BY-SA 2.0

Pero quizás podemos preguntarnos porque Aaron quiso descargar todos estos artículos. Posiblemente lo que Aaron perseguía es lo que mucha gente queremos, que el conocimiento que generamos en las universidades sea abierto y que no esté cerrado y controlado por un puñado de grupos editoriales que priorizan su negocio.

No querría ahora criticar a estos grupos porque de hecho tenemos que reconocer que parte de la culpa es nuestra, de las universidades, de los investigadores y de las instituciones públicas que hemos permitido que se estableciera el actual sistema de comunicación científica.

Cuando se logran unos resultados hay que publicarlos para tener el reconocimiento correspondiente y avanzar académicamente. Los resultados se acostumbran a publicar en una revista a la cual sólo tienen acceso aquellas personas que están subscritas o que pueden permitirse pagar el precio del artículo. En el proceso de publicación los autores ceden de manera gratuita sus derechos de propiedad intelectual y por lo tanto la titularidad de estos derechos pasa a la editorial o la sociedad científica correspondiente.

Desde hace años, este sistema ha sido puesto en entredicho por investigadores, universidades, instituciones financiadoras de la investigación, pero en especial en los últimos diez años con el fortalecimiento del movimiento del acceso abierto. Este movimiento aboga para ofrecer los resultados de la investigación, especialmente los artículos revisados por pares, en abierto, es decir sin barreras económicas, tecnológicas o legales. Por lo tanto hay que entender abierto como gratuito y libre de ser reutilizado siempre que se reconozca de manera adecuada la autoría.

Para lograr este objetivo, en 2002 se publicó el manifiesto de Budapest [3] donde se proponían dos estrategias: el autoarchivo y las revistas en acceso abierto.

– La primera estrategia consiste a depositar una copia de los artículos revisados y publicados en un repositorio de acceso público y por lo tanto ofrecer una alternativa al acceso por suscripción. Esta opción es la llamada vía verde y es la que hasta ahora ha sido utilizada por la mayoría de instituciones públicas o privadas que financian la investigación. Los grupos editoriales que monopolizan la publicación científica han modificado el documento de cesión de derechos para adaptarse a estos requerimientos pero han impuesto condiciones como la de sólo permitir el acceso a versiones previas a la publicada o aplicar aplazamientos al acceso al texto completo desde estos repositorios.

– La segunda estrategia, la llamada vía dorada, proponía la aparición de un nuevo tipo de revistas, las revistas de acceso abierto. Estas revistas, de acceso gratuito, tendrían que emplear los derechos de propiedad intelectual para permitir la libre reutilización en lugar de restringir el uso. El principal obstáculo para estas revistas es el de encontrar un modelo de negocio porque publicar tiene un coste y hasta ahora han aparecido revistas que reciben subvenciones de sociedades científicas, instituciones públicas o revistas que aplican una tarifa de publicación que generalmente aporta quién ha financiado la investigación. Este modelo de pagar para publicar ya se aplica en revistas de acceso restringido a suscripción o pago. Durante estos últimos años han surgido revistas de acceso abierto que han ido aumentando su prestigio, por ejemplo las de BioMed Central o las de PLoS, y han empezado a competir con las revistas tradicionales.

Logo Open Access, Public Library of Science - Fuente: Wikipedia, Licencia: CC BY-SA 3.0
Logo Open Access, Public Library of Science – Fuente: Wikipedia, Licencia: CC BY-SA 3.0

Aún así, las políticas públicas para fomentar el acceso abierto siempre se han focalizado en la vía verde porque en muchos casos no había la posibilidad de tener una revista de acceso abierto en un determinado ámbito.

Pero este último año 2012, la publicación de un informe [4] elaborado por un grupo de expertos liderado por la socióloga Janet Finch ha puesto sobre la mesa la adopción de políticas más contundentes hacia el acceso abierto. En este informe se propone apostar claramente por la vía dorada y hacer que los resultados de la investigación se publiquen en revistas de acceso abierto. Esta opción tiene un coste y hay que ver como se aplica puesto que no tendría que repercutir en el presupuesto destinado a la investigación sino que habría que evaluar como se puede traspasar el gasto actual de suscripciones a un gasto para publicar. Esto ha sido el que ha hecho el CERN en el ámbito de la física de partículas en el proyecto SCOAP3 [5].

Y mientras tanto, ¿nosotros qué podemos hacer? Mientras esperamos como evolucionan estas políticas podemos aportar nuestro granito de arena para hacer que el conocimiento sea más abierto. Podemos optar por publicar en revistas de acceso abierto, cada vez hay más y podemos acceder a fondo para publicar si nos hace falta. Podemos depositar una copia de nuestras publicaciones en repositorios de acceso público, y de hecho en muchos casos lo tendríamos que hacer si nuestra investigación ha sido financiada con fondos públicos puesto que cada vez hay más administraciones que lo exigen mediante leyes como la vigente Ley de la Ciencia [6].

Finalmente podemos difundir estas ideas como tributo a aquel chico que un día de enero decidió quitarse la vida porque no podía soportar más la persecución sin sentido a la cual estaba sometido. Aaron, descansa en paz.

(Cómo no podía ser de otra manera, el texto de esta entrada se publica en el dominio público).

Referencias:

[6] http://www.boe.es/boe/dias/2011/06/02/pdfs/BOE-A-2011-9617.pdf

Ignasi Labastida es Doctor en Física por la Universitat de Barcelona, Jefe de la Oficina de Difusión del Conocimiento en la Universitat de Barcelona, Responsable de Creative Commons en el estado español y defensor de todo aquello que lleve “open”.


Una nit de gener, sortint d’un sopar, em va arribar una piulada: “Aaron Swartz s’ha suicidat” [1]. La notícia em va colpir. No només perquè vàrem coincidir en una trobada de Creative Commons fa uns quants anys sinó perquè sabia que havia estat detingut per haver descarregat milions d’articles científics al seu ordinador i podia acabar a la presó per aquest fet [2]. Sembla sorprenent que un fet com el de descarregar uns documents de la xarxa pugui acabar en una pena de presó i que la persecució legal que se’n faci porti al suïcidi a un noi de 26 anys.

Aaron Swartz en la Boston Wikipedia Meetup (2009) - Fuente: Wikipedia, Licencia CC BY-SA 2.0
Aaron Swartz a la Boston Wikipedia Meetup (2009) – Font: Wikipedia, Llicència CC BY-SA 2.0

Però potser podem preguntar-nos perquè l’Aaron va voler descarregar tots aquests articles. Possiblement el que l’Aaron perseguia és el que molta gent volem, que el coneixement que generem a les universitats sigui obert i que no estigui tancat i controlat per un grapat de grups editorials que prioritzen el seu negoci.

No voldria ara criticar aquests grups perquè de fet hem de reconèixer que part de la culpa és nostra, de les universitats, dels investigadors i de les institucions públiques que hem permès que s’establís l’actual sistema de comunicació científica.

Quan s’assoleixen uns resultats cal publicar-los per tenir el reconeixement corresponent i avançar acadèmicament. Els resultats s’acostumen a publicar en una revista a la qual només hi té accés aquelles persones que hi estan subscrites o que poden permetre’s pagar el preu de l’article. En el procés de publicació els autors cedeixen de manera gratuïta els seus drets de propietat intel·lectual i per tant la titularitat d’aquests drets passa a l’editorial o la societat científica corresponent.

Des de fa anys, aquest sistema ha estat posat en entredit per investigadors, universitats, institucions finançadores de la recerca,… però en especial en els darrers deu anys amb l’enfortiment del moviment de l’accés obert. Aquest moviment advoca per oferir els resultats de la recerca, especialment els articles revisats per parells, en obert, és a dir sense barreres econòmiques, tecnològiques o legals. Per tant cal entendre obert com a gratuït i lliure de ser reutilitzat sempre que es reconegui de manera adient l’autoria.

Per assolir aquest objectiu, l’any 2002 es va publicar el manifest de Budapest [3] on es proposaven dues estratègies: l’autoarxiu i les revistes en accés obert.

– La primera estratègia consisteix a dipositar una còpia dels articles revisats i publicats en un repositori d’accés públic i per tant oferir una alternativa a l’accés per subscripció. Aquesta opció és l’anomenada via verda i és la que fins ara ha estat utilitzada per la majoria d’institucions públiques o privades que financen la recerca. Els grups editorials que monopolitzen la publicació científica han modificat el document de cessió de drets per tal d’adaptar-se a aquests requeriments però han imposat condicions com la de només permetre l’accés a versions prèvies a la publicada o aplicar ajornaments a l’accés al text complet des d’aquests repositoris.

– La segona estratègia, l’anomenada via daurada, proposava l’aparició d’un nou tipus de revistes, les revistes d’accés obert. Aquestes revistes, d’accés gratuït, haurien d’emprar els drets de propietat intel·lectual per permetre la lliure reutilització en lloc de restringir-ne l’ús. El principal obstacle per aquestes revistes és el de trobar un model de negoci perquè publicar té un cost i fins ara han aparegut revistes que reben subvencions de societats científiques, institucions públiques o revistes que apliquen una tarifa de publicació que generalment aporta qui ha finançat la recerca. Aquest model de pagar per publicar ja s’aplica en revistes d’accés restringit a subscripció o pagament. Durant aquests darrers anys han sorgit revistes d’accés obert que han anat augmentant el seu prestigi, per exemple les de BioMed Central o les de PLoS, i han començat a competir amb les revistes tradicionals.

Logo Open Access, Public Library of Science - Fuente: Wikipedia, Licencia: CC BY-SA 3.0
Logo Open Access, Public Library of Science – Font: Wikipedia, Llicència: CC BY-SA 3.0

Tot i així, les polítiques públiques per fomentar l’accés obert sempre s’han focalitzat en la via verda perquè en molts casos no hi havia la possibilitat de tenir una revista d’accés obert en un determinat àmbit.

Però aquest darrer any 2012, la publicació d’un informe [4] elaborat per un grup d’experts liderat per la sociòloga Janet Finch ha posat sobre la taula l’adopció de polítiques més contundents vers l’accés obert. En aquest informe es proposa apostar clarament per la via daurada i fer que els resultats de la recerca es publiquin en revistes d’accés obert. Aquesta opció té un cost i cal veure com s’aplica ja que no hauria de repercutir en el pressupost destinat a la recerca sinó que caldria avaluar com es pot traspassar la despesa actual de subscripcions a una despesa per publicar. Això ha estat el que ha fet el CERN en l’àmbit de la física de partícules en el projecte SCOAP3 [5].

I mentrestant, nosaltres què hi podem fer? Mentre esperem com evolucionen aquestes polítiques podem aportar el nostre granet de sorra per fer que el coneixement sigui més obert. Podem optar per publicar en revistes d’accés obert, cada cop n’hi ha més i podem accedir a fons per publicar si ens cal. Podem dipositar una còpia de les nostres publicacions en repositoris d’accés públic, i de fet en molts casos ho hauríem de fer si la nostra recerca ha estat finançada amb fons públics ja que cada cop hi ha més administracions que ho exigeixen mitjançant lleis com la vigent Ley de la Ciencia [6].

Finalment podem difondre aquestes idees com a tribut a aquell noi que un dia de gener va decidir treure’s la vida perquè no podia suportar més la persecució sense sentit a la qual estava sotmès. Aaron, descansa en pau.

(Com no podia ser d’altra manera, el text d’aquesta entrada es publica en el domini públic).

Referències:

Ignasi Labastida és Doctor en Física per la Universitat de Barcelona, Cap de l’Oficina de Difusió del Coneixement a la Universitat de Barcelona, Responsable de Creative Commons a l’estat espanyol i defensor de tot allò que porti “open”.

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